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Amado Gil Alfonso

Amado Gil Alfonso era estudiante de la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte (ISA) en la especialidad de Actuación.  En 1980 su hermano decidió emigrar a los Estados Unidos. A partir de ahí, fue seguido de cerca por el Departamento de la Seguridad del Estado (DSE). Al año siguiente, en 1981, comenzó a recibir llamadas de un desconocido que se hacía llamar “Norberto” y le dejaba recados de parte del DSE en casa de una vecina, donde se localizaba el teléfono fijo al que Amado tenía acceso. El agente lo citó para una entrevista en las oficinas administrativas de la universidad donde Amado cursaba su tercer año académico.

 

Ya en el edificio rectoral, “Norberto” le mostró una carta que el estudiante había enviado a su hermano emigrado, y en la que le contaba de sus progresos académicos. El oficial del DSE le exigió reconocer a su hermano como traidor. A su vez, le pidió trabajar como agente infiltrado, pasando información de interés a los órganos de la contrainteligencia cubanos. Amado se negó e, inmediatamente, fue amenazado con posibles consecuencias.

 

En los días que siguieron a la entrevista con el agente del DSE, Amado esperaba los primeros llamados de un proyecto cinematográfico para el que había sido considerado. Ni en ese, ni en ningún otro encargo profesional lo tuvieron en cuenta. Fue vetado subrepticiamente a pesar de su temprano currículo profesional; que contemplaba, incluso, reconocimientos importantes en el campo de las artes escénicas.

 

A partir de la censura a su realización artística, en 1982 Amado decidió emigrar, junto a sus familiares, a Estados Unidos. Presentó su solicitud a la Dirección de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior (MININT), y fue informado de que conocían su pertenencia al ISA, así que tenía que notificar el inicio de su diligencia en la universidad. A pesar de que solo le faltaban dos semestres para graduarse, tiempo mínimo reglamentario para efectuar los trámites migratorios, fue expulsado con inmediatez.

 

La Comisión Disciplinaria del ISA, dirigida por la rectora, Dra. María Angélica Álvarez Capín, y con la anuencia de la decana, Dra. Graziella Pogolotti Jacobson, calificó sus intenciones de emigrar como una falta de carácter grave. Todo lo sucedido le fue comunicado a través de secretarias, quienes también le indicaron, la prohibición terminante de continuar asistiendo a clases. Nunca fue citado por ninguna autoridad académica.

 

Amado fue requerido, a través de otro alumno, para que se dirigiera a una oficina en el edificio del Rectorado a recoger su acta de expulsión. Ese mismo compañero de estudios le puso sobre aviso acerca del acto de repudio que se gestaba para abochornarlo públicamente en el momento en que acudiera a la cita oficial, y le indicó que fuera en otro horario (a las 9:00 am) a una oficina donde una secretaria le entregaría el documento.

 

Al llegar, la secretaria dijo desconocer del tema, pero le señaló hacia un papel con nombre colocado sobre un buró. Amado entendió rápidamente que la funcionaria también estaba atemorizada, él recogió el impreso y se marchó

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