Juan Antonio Blanco Gil
En 1966, Juan Antonio Blanco Gil aprobó los exámenes de ingreso de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (UH). Sin embargo, como provenía de la fuerza juvenil que de forma emergente y voluntaria se había especializado en el manejo de cohetes soviéticos después de la Crisis de Octubre, no pudo matricular esa especialidad. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) vetaron a los optantes que no continuaran en sus filas, estableciendo su exclusividad sobre el acceso a esa licenciatura sin que la universidad contrariara tal disposición.
Juan Antonio se reorientó hacia otros estudios en el área de las humanidades de la propia Universidad de La Habana y comenzó la licenciatura en Historia. Al elegir la modalidad de Curso para Trabajadores podía sostenerse económicamente impartiendo clases de Historia de Cuba en un Instituto Tecnológico. Su trayectoria como estudiante lo ubicó entre los más destacados y ya en IV año fue seleccionado, junto a otros condiscípulos provenientes también de las ciencias sociales, para incorporarse a un curso acelerado que prepararía a los profesores universitarios destinados a dictar asignaturas vinculadas con la filosofía marxista.
La contingencia generada por la Reforma Universitaria de 1962, que incorporaba a los nuevos planes de estudio la Filosofía marxista y la Economía política, demandaba docentes formados según esas bases teóricas. Desde el Departamento de Filosofía (DF), con el concurso pedagógico de sus miembros y el de otros profesores hispano-soviéticos, egresaron los instructores elegidos para integrar el claustro de la UH en lo que a filosofía correspondiera.
El profesor Blanco impartía clases de Historia del Pensamiento Marxista en las facultades de Ciencias Jurídicas y Economía cuando, en 1971, como consecuencia de una purga ideológica orientada por la máxima dirección del país, fue desintegrado el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. En medio de la conmoción que ese suceso generó en el ámbito académico, a algunos de los docentes experimentados y a todos los noveles se les propuso asumir la enseñanza de la filosofía desde la ortodoxia soviética, desdiciendo de su acervo intelectual. Entre los que se negaron estuvo Juan A., quien inmediatamente fue separado del claustro de la UH.
Al respecto expone: “¿Con qué moral iba yo a enfrentar a mis alumnos, a los que hasta el día anterior había dicho que todo eso era una falacia (manuales soviéticos) y que ahora estaba consagrado?”.
Para contextualizar toda la vorágine represiva que abatió al Departamento de Filosofía hay que tener en cuenta el clima de tensión generalizada que se vivía en el país y la tendencia anti-intelectual que iba preponderando en los estamentos políticos.
En resumen, la sede del DF fue barrida por maquinaria pesada (literalmente), mientras la publicación estuvo censurada por décadas en las bibliotecas y universidades del país.
Durante un año Juan A. estuvo desempleado hasta que el ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa García, antiguo amigo de la familia, le ofreció un trabajo como ayudante de oficina, organizando información cablegráfica en la Sala de teletipos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX).
A mediados de la década de 1970 Juan A. quiso realizar estudios de posgrado y eventualmente regresar a la docencia por lo que acudió al archivo central de la UH para solicitar su título universitario y la correspondiente certificación de notas, ya que todos los docentes formados en el curso intensivo del DF quedaron a la espera de su documentación oficial.
Al indagar, junto a otro compañero en sus mismas circunstancias, el jefe del archivo le comunicó que esos diplomas habían sido destruidos por orden de la dirección de la UH de entonces. Juan A. se comunicó con el Dr. José Millar Barruecos, rector entre 1965-1972, quien manifestó no estar al tanto del hecho y le señaló la posibilidad de obtener información a través del secretario del PCC de la Universidad en esos años, Armando Méndez Vila. Ambos funcionarios indicaron que esa decisión quedaba bajo la jurisdicción del rector siguiente, el Dr. Hermes Herrera Hernández. Nadie asumió la responsabilidad.
Sin constancia certificada de su bregar por las aulas universitarias cubanas, Juan A. Blanco decidió volver a empezar la carrera de Historia, ahora en el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, donde también defendió su tesis doctoral ya siendo un especialista de alto nivel en el área de relaciones internacionales.
Mientras avanzaba la década de 1990 decidió dejar atrás su carrera como diplomático, analista político en el Departamento de América del Comité Central (CCPCC), profesor adjunto en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI), para fundar y dirigir el Centro Félix Varela, organización no gubernamental que pretendía fomentar una sociedad civil capaz de incidir en la transformación democrática de Cuba. Al constatar el desinterés gubernamental en algún tipo de apertura y verificar que estaba...