Dulce María de Quesada López
Dulce María de Quesada López se formó como bibliotecaria docente y ejerció durante años en el nivel medio de la enseñanza general. También cursó estudios superiores de Pedagogía en la especialidad de Español y Literatura hasta que, en 1980, como consecuencia del éxodo migratorio a través del puerto del Mariel, se recrudeció la intolerancia ideológica en todos los sectores y su carrera profesionales fue cancelada definitivamente.
Desde 1967, la entonces estudiante de primer año en la recién inaugurada Escuela Nacional de Técnicos de bibliotecas (ENTB), adscripta a la Dirección Nacional de Bibliotecas del Consejo Nacional de Cultura, padeció los comienzos de la embestida represiva de las autoridades escolares actuando como vehículo de la política educativa gubernamental. Ante la negativa del permiso materno para asistir al Plan de la Escuela al Campo, que contemplaba el internamiento en campamentos ubicados en zonas rurales para realizar abores agrícolas, la dirección del plantel encabezada por Adelina López Llerandi procedió a ejecutar una purga que comprendía a educandos que no acataban las directrices del poder político, ya fuesen la renuencia a realizar actividades extra-docentes o la manifestación de conductas ligadas a la homosexualidad. Dulce María fue expulsada por no haber asistido a la Escuela al Campo.
Por su buen aprovechamiento de los conocimientos recibidos durante los meses que estuvo en la Escuela, a la joven le fue posible conseguir un empleo en la Biblioteca Municipal de Marianao “Enrique José Varona”. Sin embargo, al recibir el centro una visita de especialistas de la Biblioteca Nacional, miembros de la Dirección Nacional de Bibliotecas, detectaron su presencia y el director de la institución local, Mario Aira, fue precisado a despedirla. Los funcionarios estaban al tanto de la expulsión de la ENTB y de la causa, por lo que determinaron que esa actitud no correspondía con su inserción en la Red de Bibliotecas Públicas que habían estructurado.
Poco después Dulce María logró matricular en la Escuela de Bibliotecarios Escolares, perteneciente al Ministerio de Educación (MINED), graduándose en 1969 e incorporándose al Sistema de Bibliotecas Escolares. Durante once años mantuvo las mejores evaluaciones, resultando seleccionada por la asesora respectiva para realizar tareas de apoyo metodológico en otras bibliotecas. Cabe señalar que, como parte de su plan de superación, había matriculado la licenciatura en Pedagogía del Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, específicamente en el perfil de Español y Literatura.
En abril de 1980 la especialista se encontraba en la biblioteca del Instituto Preuniversitario “Manolito Aguiar” cuando fue conminada a firmar una lista donde los trabajadores y estudiantes se comprometían a formar parte de los actos de repudio a que convocaban los directivos estatales para vejar moralmente y agredir físicamente a las personas que decidieron marcharse del país. Este fenómeno hizo parte de un gran éxodo migratorio por el que se consideraron traidores a la Revolución a cerca de 125 000 cubanos.
Dulce María se negó a firmar un compromiso que estimó que comprometía sus valores éticos y principios ciudadanos. Habida cuenta del incidente, el subdirector Joaquín Oropesa lo comunicó a la recién nombrada directora y, de conjunto con los militantes del núcleo de Partido Comunista de Cuba (PCC) y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organizaron el ya establecido como norma acto de repudio.
En un día rutinario de trabajo, la bibliotecaria llegó al Instituto y fue llamada a la dirección. Allí la esperaba una turba integrada por sus colegas del claustro, militantes de las organizaciones políticas y la directiva. Sin dejarla hablar fue embestida con insultos de toda clase que dieron paso a la brutalidad física, siendo golpeada desde esa oficina y a través de la escuela hasta alcanzar la vía pública. Entre los gritos de los represores estaban los que dejaron claro su expulsión del sector educacional.
Aunque Dulce María entendía la gravedad de lo sucedido, aun no contemplaba que ello afectaría todos los ámbitos de su vida social. Por entonces cursaba el segundo y último semestre del IV año de la carrera universitaria, restándole un semestre y la realización del ejercicio de graduación para culminar sus estudios. En el Pedagógico también se habían armado las turbas violentas por indicación de la máxima dirección del MINED y el Ministerio de Educación Superior (MES) y, cumpliendo las disposiciones del rector Ramón Rodríguez Hermida y los factores políticos, prepararon una emboscada similar a la del Preuniversitario. No obstante, esta vez no pudieron agredir a la estudiante ya que una compañera de la carrera le avisó y no se presentó a clases.